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La mirada de aquella mujer a quien a las tres de la tarde en punto se le cae el boli en el trabajo, la de aquel joven que entra y sale rápido de la panadería y se despide con una respuesta fugaz al ¿Cómo estás? o la de aquel señor, de edad ya avanzada, que pellizca dos minutos de su día para tomarse un carajillo al lado del bar de su casa.
Son hombres y mujeres como tú y como yo, que un día, de golpe, se convirtieron, sin escogerlo ni planificarlo, en cuidadores de sus seres queridos. Poco se habla de ellos y pocas son las oportunidades que se les brinda para contar, en primera persona, su experiencia. Son vivencias llenas de silencios, ternura, pero también de dolor, tristeza y sufrimiento. ¿Para qué mentir?
Esta semana, Máximo Huerta, periodista, escritor, recientemente librero y a quienes algunos también recordarán por ser el ministro de Cultura más breve de la etapa de Pedro Sánchez -dimitió siete días después de acceder al cargo- ha accedido a sentarse en el Viajando con Chester, programa de Cuatro presentado por Risto Mejide.
Y lo ha hecho para abrirse en canal, también para explicar su rol de cuidador de su madre, aquejada de una demencia, lo que le ha obligado a regresar a su pueblo natal de Bunyol. Una conversación cálida, humana y profundamente sanadora -me atrevería a decir que también para el propio entrevistador-.
El programa se grabó a finales de octubre y me consta que el equipo del Viajando con Chester preparó meticulosamente el cierre de esta conversación.
Fue con la irrupción de Silvia, quien cuidó a su madre hasta el último aliento y que ahora, con el duelo ya un poco más avanzado, es capaz de dar algunos consejos al propio Huerta: «Cuídate mucho», le suelta.
Es solo una palabra, que la mayoría de las veces integramos casi automáticamente al despedirnos, pero que ante esta realidad tiene una carga y un valor infinitos e indispensables.
Cuidarse es alimentarse y descansar bien, es pedir ayuda cuando es necesario, es dejar de pensar que uno puede con todo, es delegar, es informarse de los recursos existentes, es expresar los sentimientos y es no abandonar el entorno social. Es todo esto y mucho más. Para los cuidadores, cuidarse es clave para seguir cuidando.
A veces, que quienes dirigen, producen, editan o tomen decisiones sobre el enfoque de un programa televisivo fueran cuidadores, quizá ya hace muchos años cuando eran un poco más jóvenes, también cuenta a la hora de hacer visible una realidad que mayoritariamente se vive a puerta cerrada.
Y es que el cierre de este programa fue un auténtico broche de oro, un breve pero intenso homenaje a los cuidadores, que hizo que, por un instante, saliéramos todos del armario. ¡Muchas gracias!